Desperté con tu aroma y sentí tu calor en cada célula,
cada tacto en cada una de mis venas,
le pedí a mi almohada que no duerma
para ver cada día tus ojos de canela.
Llego a casa luego de viajes y ajetreos,
con el vaho de la ciudad en cada vuelo,
te veo dormir y descubro que, de tu pelo,
caen margaritas pa' tu espalda,
y en la lumbre de tus ojos,
tan tristes y hermosos,
oigo morir el eco de mis miedos más remotos.
Y ahora le pediré a mis oídos:
que conserven la melodía de tu voz.
A los relojes:
que detengan el tiempo para poder oirte.
A mis tardes:
que se calmen, porque las llenarás.
Y ahora ayúdame a pedirle a la noche:
que sea eterna, para alumbrar tu sonrisa,
para poder quedarme en tus piernas
hasta que el sol te salude sin pris
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