Suaves, dulces, carnosos, impíos,
tan cálidos, sólidos, tiernos,
tan deseados por los míos.
Anhelados desde tiempos inmemoriales,
por navegantes en vela como éste,
que no les quita la mirada, ni aunque cueste
la sequía del universo de los manantiales.
Invocados día y noche, pensados y soñados,
necesitados cada tarde al desvelarme
de la siesta que duermo para soñarte,
a ver si llegan hasta los míos, a mojarlos.
Los siento sin mirarlos, todo belleza,
los disfruto uno por uno, cada instante,
¿no es acaso lo más importante...
que la realidad es lo que yo quiero que sea?
1 comentario:
Sencillamente hermoso,
gracias por poemas como este!
Saludos!!
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