Flor diurna y nocturna, suave,
palpable, inmensa, pequeña, eterna,
con la tranquilidad del "savoir faire",
con el tacto impecable y perspicaz.
Ojos de canela, eternos, redondos, profundos,
de mirada penetrante, dulce, expresiva,
inevitable, intermitente, indeclinable,
que lo dicen todo, que ablanda los huesos,
la piel, la mente, los sentidos, la mirada.
Pelo de trigo, liso, fino, celoso de tus ojos,
tangible, con aroma de tu esencia.
Boca de princesa, de dama,
de cualquier exceso, voraz, deseable,
universal para cualquier otra.
Piel de terciopelo, suave como el pasto fresco,
como la brisa de nuestro amanecer,
como la lluvia que lo moja,
como los dedos que la recorren.
Espalda de mi vida, con gusto a jazmín,
savia de mis manos, dulce de mis labios.
Pecho firme de sirena, de paisaje,
de miel, de licor dulce, de mi lengua.
Vientre de niña, de mujer, mío, de mi paz.
Así eres.
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