Seis horas mirándote
privilegio por el que vale la pena vivir
No sé si fue un latido, no sé si fue una tarde
o una tarde de latir
Hola, cómo estas, dijo, se le cayó una risa
que recogí rápido pero sin prisa
acompañame, repitió, voy a ver si llueve
cómo no, respondí, lo que sea con tal de verte
Vamos, que el sol quema, te invito a un café
y aunque yo no tenía ni hambre ni sed
me entretuve con su mirada perdida en la ventana
soñando quizás un aroma, revolvía mi té
Un abrazo, cuatro miedos, dos manos al cuadrado
no me importa como estés, torcida o de costado
tengo miedo, dije, pero no se de qué
calla, que más vale jugar que perder
Y animate, pierde, tira la toalla del cobarde
cantaban a coro las palomas en el parque
callaron los árboles, silencio y al fin un beso
a cada mano una mejilla, cuatro ojos ciegos
Volvamos, dijo ella, que se hace tarde
como si hubiera olvidado las agujas del reloj
con los ojos cambiaba el semáforo de la calle
con las manos aliviaba mi dolor
Y ahora no sé si caeré otra vez en el lodo
vaya formas de recordar tiene uno
Y ahora creo que no hay manera ni modo
de cantarle en el momento oportuno
Será que me han crecido las jorobas
que no soy príncipe que trepa por su pelo
que no tengo alas, que no sé de cielos
que por soñar me quitaron la corona
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