Soy de cuantas formas quieran ponerme,
y allí voy con todas mis mochilas,
cada día más pesadas, mas tristes,
mas cargadas,
tan llenas de buenas intenciones,
tan ausente, tan franca, tan nada.
En esas ando cada día, en buscar
un poco de luz en el fondo de los mares
por los que nunca navegué
y en los que naufrago cada tarde,
en que el suelo se queda mirando el techo.
No tengo más armas que la palabra,
no tengo más fuerza que la espontanea,
no tengo más recursos que los disponibles
ni más ingenio que mis soledades.
Busco los rincones donde no te encuentro,
los bares donde nunca te amé,
las calles que nunca pisé,
las promesas que jamás cumplí.
Construyo cada día un destino, porque
este no nos espera ni nos determina:
nos desafía, nos juega, nos avala, nos rechaza,
mientras intento reirme en su cara de asesino.
y se la devuelvo con inquietudes,
con anhelo, con ganas, con pereza,
con la tristeza y sus vicisitudes.
Me matan los frutos del intento,
la profunidad y calidez de las miradas,
los gritos de niños, los andamios
de los que caigo cada noche,
el olor de las sábanas de hielo.
Me nublan las nieblas del pasado,
me aterran los posibles fantasmas,
me calma la lluvia de tu abrazo,
me colman de amores tus caricias,
me quitan el hambre los fracasos.
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