Déjame pensarte sola, a bordo,
sin acompañante, ni a tu costado ni al frente,
sin otro particular
que te salude atentamente.
Déjame soñarte de a ratos,
o al menos, pensarte en plena vigilia,
tratando de llevarte volando
a algún buen puerto,
que contigo no necesito soñar,
si verte es como soñar despierto.
Dèjame imaginarte como
si estuviéramos en plena guerra,
librando batallas en las que sos y seràs
el soldado que defiende mi frontera.
Déjame acariciarte,
de los pies a la cabeza: el cuello, la espalda,
esa piel (al menos, a mis ojos) aterciopelada,
sin hacerte el amor: mejor dejemos que èste nos haga.
Déjame llegar, sentirte, besarte,
dulce y caluroso, suave,
con pasión contenida,
con ganas, con apuro, pero sin prisa que,
al fin y al cabo, hoy es siempre todavìa.
Sino...tan solo...déjame
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