Abatido, aburrido de hacer siempre el mismo recorrido
venzo mi letargo y cruzo la avenida,
la vecina mientras baldea me da la bienvenida:
"¿Dormiste bien? Tenés cara de cansado".
Enciendo un cigarrillo sin oir comentarios,
en la boca del metro, en Loria, discuten dos jubilados,
bajo a pedir mi boleto, y, con vagón lleno,
imposible siquiera leer el diario.
Recorro los pasillos de las estaciones,
los imagino en tu presencia, con tu sorpresa,
realizo todas las combinaciones
para hacer de guía cuando vengas.
Florida, Callao, desfilan millares de mujeres:
¡cuánto desperdicio, se ve que no te han visto!
algún obrero les grita de imprevisto,
y me detengo en la mujer que pasea a sus nenes.
Los bares de San Telmo, Caminito, te pienso y grito,
¡cuántas parejas bailan tangos abrazados!
¡cuántas caras de darían una falda, agazapados!
Miro como detrás de un cristal:
la urbanidad me aterra hasta el hastío,
te veo en todas las caras, lloro lágrimas de sal.
Tanta ciudad...y todo tan vacío.
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