Una calle en Barracas al Sud,
una noche de verano,
cuando el cielo es más azul
y más dulzón el canto del barco italiano...
Con su luz mortecina, un farol
en la sombra parpadea
y en el zaguán
está un galán
hablando con su amor...
Y, desde el fondo del Dock,
gimiendo un lánguido lamento,
el eco trae el acento
de un monótono acordeón,
y cruza el cielo el aullido
de algún perro vagabundo
y un reo meditabundo
va silbando una canción...
Una calle...Un farol...Ella y él...y, llegando sigilosa,
la sombra del hombre aquél
a quién lo traicionó una bella ingrata moza...
Un quejido y un grito mortal
y, brillando entre la sombra,
el relumbrón con que un facón
da su tajo fatal...
Y desde el fondo del Dock,
gimiendo un lánguido lamento,
el eco trae el acento
de un monótono acordeón...
Y al son que el fuelle rezonga
y en el eco se prolonga,
el alma de la milonga
va cantando su emoción.
Letra: José González Castillo
Música: Cátulo Castillo y Sebastián Piana
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