Es siempre la noche achacando tempestades, la mirada perdida con los ojos cerrados, una brisa que ingresa por la ventana siempre abierta y allí estás, dormida entre una luna que robé de un diciembre cansado, con un ronroneo felino entre dos sábanas desiertas, una mano tibia buscando hueco, un abrazo leve que confunda el sueño con las ganas de faltar al trabajo, una esperanza calma que crece detrás de esa sonrisa de niña tímida y feliz.
1 comentario:
cuña... muy lindo lo escrito
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