Eras tan hermosa como mi torpeza
Tenias la mirada más profunda que se podía contar
No te habían enseñado las proezas
de un abrazo con carta de identidad
Eras tan alta que mi amor no te llegaba a la cintura
y entre taquicardias de niñez logré la calma
en tus labios que por fin me acompañaban
y me llevaban de la mano a la locura
Belleza que no puedo comparar
siento tus brazos todavía al caminar
Me sigo acostando en tu abrigo de certeza
y dice mi latir que perdamos la cabeza
Llevo tus sueños en mis manos
perdona si te canso de tanto recitar
no sé decir de otra manera cuántos años
quisiera sentir tanto sin hablar
Alfombra de mi cuarto mas hermoso
dime cuántas noches voy a estar sin respirar
el aire más eterno y delicioso
de no sentir nunca al tiempo blasfemar
Princesa, mirame el alma
que nos queda toda la suerte por delante
que voy a decirte cada mañana
que el destino es un delirante
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