Entendíamos tan poco de la vida
no tan niños (pero tan jóvenes)
Ser feliz era trabajo de hormiga,
chapucear, pisar el barro.
Aunque se hacía bello...
Tu bandeja con el mate,
las tostadas con tu risa,
desayunar tu recuerdo,
mirarte en el espejo del principio.
Era duro ser joven, tener tanto por delante,
tanto tiempo para no poder seguir esperando
Cómo cóngelarte en Casablanca,
eternizar el último tango en París,
pedirle a Ninette que no salga del cuarto.
El colectivo de la vida
nunca te avisaba dónde bajar.
Crecer era sin delicadeza, como un dolor de muelas:
era fácil parecer saberlo todo
Y aquí mirando, esperando reconocerme en el espejo.
Por ahora, solamente mirame. Y vestime de domingo.