Te debo esta mirada al borde del abismo,
este abrazo sin atisbo, este crimen sin coartada,
tus manos en mi pecho, las caricias de abrigo,
la burbuja crujiente en la sangre derramada
Te debo la verdad que gritas con los ojos,
tu boca callando detrás de una sonrisa,
las manos firmes talladas con fuego y sin ceniza,
tu mirada de niña alumbrando mis antojos
Te debo la tierra que piso cada día
en cada rincón de la casa que te anhela,
en las lunas que se agitan en tu pecho,
el contar los soles que te habitan, el amarte todavía
Te debo más de lo que alguna vez pagué,
la certeza de tenerte, la esperanza en el haber,
las lágrimas que puse en tus rodillas, las cenizas
de las soledades, los besos con olor a risa
Te debo el futuro que tendremos,
la casa esperando la llave,
la siesta del domingo,
las calles y los bares en que amamos
Te debo la mirada anonadada,
las caricias en mi espalda.
Te debo lo mismo que te amo:
por eso no te debo nada